jueves, 22 de diciembre de 2011

ESPÍRITU NAVIDEÑO

Me pregunto si es o no hipocresía eso de disfrutar tanto la Navidad. No, no soy católica, pero me encantan estas fiestas. Será por el materialismo que odio y adoro a partes iguales. Las luces, las alfombras pegadas con muy poca elegancia a las aceras, los escaparates, los gorros... ¿he mencionado las luces? Me gusta. Todo. Mucho.
Me insisto en que se trata únicamente de un ritual social que merece la pena disfrutar, como las fallas, o el día del padre. Intento no caer en la idiotez: no meto figuras religiosas en mi casa, pero sí un árbol navideño. ¡Ay!... me encantaría ser católica en estas fechas para no sentir la conciencia sucia. Mientras tanto, para limpiarla, iré a comprar algunos regalos...

lunes, 19 de diciembre de 2011

FALLO MATEMÁTICO.

Cuando llega el viernes, tras una semana de agotadora rutina, llega el momento de afrontar la feliz realidad de que, sí, el tiempo libre existe y te va a pertenecer... al menos en parte. La ecuación sería la siguiente:
Tiempo libre= Horas del fin de semana - (tiempo de sueño merecido + tiempo de comidas + tiempo de visitar a la familia + tempo de limpieza general en casa + tiempo de estudio)
Empiezas a planear cosas como una loca: quizá pueda pintar un poco, puede que me dé tiempo a terminar esos capítulos que me traen loca, igual puedo organizar ese álbum de fotos que tengo pendiente desde hace siglos...
Entre que piensas todo esto, ya se te ha pasado la noche del viernes, que -improvisadamente- has pasado con tus amigos, porque alguno te ha llamado y te ha dicho, "¿se hace algo?" Y bueno... ¿Por qué no?
La madrugada del sábado la has dedicado a leer tranquilamente, porque, a juicio de tu sentido común, "me lo tengo merecido tras esta semana de locos". Llega el sábado por la mañana y vas ha hacerte un café, pero observando la pila de platos que hay por fregar de la noche anterior y de tus siete invitados, suspiras cansada. Aún tienes en la cabeza a "Los tres mosqueteros" y a Alejandro Dumas revoloteando, y antes de que te des cuenta, los platos están fregados. Pero... ya que estás ahí... Pues eso, limpias el micro, los fogones, el frigorífico, el horno y la campana. Miras la lavadora de refilón y, ya que está ahí de nuevo, pues pones una colada. En acabar te das una ducha, y cuando sales, ya que estás ahí, pues limpias el baño, que pese a no ser muy grande, cuando te encargas a fondo de él, da tiempo a la lavadora de hacer un ciclo de lavado. "Pi. Pi. Pi." Dice ella. "Ahora te tiendo" Digo yo. Y así hago. Entre secadora y tendedero, en un santiamén está todo terminado.
Mi novio y yo hacemos la cama, y limpiamos un poco la habitación. "Pi" La secadora ha terminado. Pliego la ropa y la guardo, y ya que estoy en el balcón... Pues eso, que pierdo más tiempo limpiando. Le digo a Alex: "¿No vamos a ir a comprar?" Y me dice "¿Ahora? Estoy ya haciendo la comida."
Se me abren los ojos. Se me ocurre mirar la hora. "¿Cuando se ha pasado la mañana, y porqué no he desayunado?"
Mierda. Mierda, mierda. Pues nada. He quedado a las tres en el centro para estudiar con una colega de clase. Así que tras comer, brum brum hasta el centro. Un retraso de casi una hora de la susodicha me da un break, que aprovecho para respirar el ambiente navideño del centro, sopesar algunos posibles regalos, y, ¿por qué no?, pasear. Llega ella y nos vamos a mi casa. Abrimos los libros y me llaman mis amigos. "Arreglaos que paso a por vosotras, que vamos a conocer al nuevo miembro de la manada". En efecto, tras muchos "ohes", conocemos al cachorro de la cola enana.
Pronto, en el comedor, están sentados un grupo de adultos, que como tal, ponen películas como "Up" y "Como entrenar a tu dragón". Volviendo a casa veo como mil llamadas perdidas, y mil mensajes: "¡Eh! ¡Vente de fiesta!" ¿Cómo? Dios, y yo aún no he estudiado.
Domingo por la mañana. "Hija ven a comer a casa" Y claro, es mi madre... ¿Cómo le digo que no? No la he visto esta semana. Pero... ¡ups! Mi churri está malito con fiebre, así que eso de salir tendrá que esperar. Me toca hacer caldito curativo anti resfriados.
El reloj sigue dando vueltas, hasta que llega el domingo a las ocho de la tarde y abro el libro de contabilidad. ¡Uf! Me pongo a ello, hasta que un delicioso olor hace que se incline mi cabeza. ¡La cena!
"Mientras cenamos... ¿ponemos una peli?" Me dice con sus ojos almendrados.

Apago la luz cerca de las dos de la madrugada del lunes. Alex se duerme, mis gatos ronronean:
"¿No soy dueña de mi tiempo, o es que no tengo personalidad? ¿Porqué no he hecho nada de lo que tenía planeado?"
Hecho la vista atrás y recuerdo todos los planes que quise hacer. Mi ecuación queda, tras todo esto, totalmente invalidada.