viernes, 31 de enero de 2014

Unas líneas de un proyecto más.

"El granizado ya hacía rato que había
dejado un cerco acuoso en la madera de
la mesa. Una placa relucía al otro lado de
la calle, reflectando el sol de la tarde en la
cara de las personas del café de enfrente.
En aquel momento el cegador reflejo caía
sobre la mirada atenta de Mía, que había
olvidado que su refresco la esperaba
llorando en la mesa. Cualquier persona
habría cambiado de lugar para evitar el
molesto haz de luz, ella no. 
"Argón la miraba desde un rincón del
café, esperando un gesto por su parte. Un
pequeño movimiento habría bastado para
sorprenderlo, pero en aquel momento Mía
era tan predecible como el latido de un
corazón. Argón intuía sus movimientos
porque llevaba observándolos siete días:
misma hora, misma mesa, misma
expresión. Todos los factores coincidían a
las tres de la tarde. Ella se mantendría
así, sin tocar su granizado, hasta las
cuatro, hora en que el reflejo de la placa
desaparecería por completo del café."


En principio así arranca "Entorno a un río de Cristal". Esperando a que la impresora se surta de tinta tonta por obra de un milagro releo el primer capítulo y me decepciono. Si hablamos de salvar algo, salvaría esto:

"Mía Salazar era una persona
equilibrada, era sensata y dedicada. Tenía
pasiones, vicios y defectos, como
cualquier persona que mereciese ser
amada. Tenía también un buen empleo,
cómodo, bien pagado, y carente de
prestigio. Ella era meticulosa: sólo tenía
sábanas blancas, y jamás había cambiado
su marca de dentífrico. Le gustaba salir a
correr cuando anochecía en verano, y al
amanecer en invierno. Tenía predilección
por los cactus, cuyo crecimiento lento
pero estable y fuerte, le fascinaba. Mía
había tenido suerte en la vida: tenía un
piso sencillo en un barrio agradable, y
había terminado sus estudios con
esperado éxito. Cada Navidad se
marchaba a visitar a su familia, y se
sentía querida y respetada. El resto del
año, gozaba de las oportunidades
laborales que le otorgaba la ciudad a la
que había decidido mudarse. Mía era, en
el aspecto más común y monótono de la
palabra, feliz. "

Es complejo plantear un primer capítulo. Siempre es complejo... Y arrebatadamente incierto. Quiero que esto sea pronto una realidad. Una realidad a la que aferrarme cuando todo se desdibuja lento.

miércoles, 29 de enero de 2014

Mi pequeño borrón de tinta.

Y llega la hora de meterse a lío. María Salazar me espera entre sus páginas, no a ser escrita, sino a ser corregida.
Miedo me da la primera lectura. Pánico. Pero a ello voy.

¿Qué sabéis de esa novela?
Llegué a ella tras una acertada crítica sobre la novela de Teilnok: es un buen argumento, pero aún no sabes escribir un libro de esa magnitud. Métete con algo más pequeño, con menos investigación y más fácil de escribir. No más de 200 páginas pequeña, no aspires a tanto porque puedes estropear estos personajes tan brillantes.

Hecho. Un argumentillo que me rondaba desde hacía meses me inspiró, y comencé con "En torno a un río de Cristal". No se escribía solo, pero sí con notable verbosidad. Fue un alivio tras "Teilnok" relajarme un poco y simplemente contar una historia, una historia compleja, pero una historia que no requiere detenerme a cada paso a consultar términos o capítulos pasados o futuros. Le empecé a coger cariño por empezar a tomar forma de libro modesto con el que empezar. Un primer bebé deforme que amamantar. No es brillante, es un entrenamiento. Un "Así se escribe un libro. Estos son los errores cometidos. Estos son los aciertos. Esto es lo fácil y aquello lo difícil." La historia me es familiar, me siento cómoda en ella, así que me dedico a hacer párrafos inteligentes, a atreverme con estructuras y técnicas nuevas -y no siempre con buen tino, he de decir-.
Pero a ello voy, tras unos duros meses en el cajón, la desempolvo, y puede que con cierta ayuda de cierto entusiasta personaje la saque adelante.

Me dedicaré a hacer testimonios regulares para explicar cómo se encuentra mi pequeño borrón de tinta.

martes, 28 de enero de 2014

Basta de pensar en tinta.

Supongo que llega el momento de volver. Ya he dejado que mi pecho, mi mente y mis lágrimas se tomaran un café tranquilamente. Y hoy el aluvión de amigos ávidos de letras me han metido en vereda. Tengo que volver a escribir. Tengo que volver al juego.

Cuando hablo de escribir no hablo de eso que hago frente a un papel… esa verborrea estúpida no llega a ninguna parte supongo, escribir conmigo y para mí, no es escribir: en pensar en tinta. Y pensar en tinta no resulta ahora muy útil, porque paso el día huyendo de mis pensamientos y mi mente. Mi estilográfica, esa estilográfica que me duele mirar, me apremia a que piense. "Vamos, relájate un poco y llora junto a mí." Ella lloraría de no ser porque utilizo su tinta para un llanto más oscuro y doloroso que el que se derrama. Pero no lo hace, y si lo hiciera dejaría de hacerlo pronto porque la voy a aparcar.

Ahá, vuelvo a los proyectos. Vuelvo al juego, a los personajes, a los capítulos, a las correcciones, al portafolio. Vuelvo a ocupar mi mente con mi profesión, porque ya va siendo hora cojones. Eso debiera hacerme feliz, creo.
Tengo que agradecer de antemano que a ocho de la mañana de hoy, no menos de cinco personas contaran conmigo para emitir un juicio, y que esas mismas me solicitaran algún escrito para valorar mi prosa. No me ha gustado no poder entregar unas pocas frases, y de ahí que aparque la pluma. De ahí que decida escribir frente al teclado, para otros que no son yo. Ser uno mismo quien se lo guisa y se lo come está sobrevalorado. Me entrego a las críticas, a las críticas del foro, a los emails kilométricos, a mis amigos de lecturalia y en general, a la red. La red no es sabia, pero es extensa y variopinta. Y por ahora me vale.

Mis próximos post versarán sobre Mía: sobre cómo y porqué llegué a ella. Sobre quién es. Sobre mis dificultades con ella…

Espero vuestros e-mails. Gracias a Ernesto, a Sandra, a Maika y a Pablo por hacerlo posible. Me gusta que estéis siempre al otro lado dispuestos a debatir por, para y sobre el castellano.

jueves, 16 de enero de 2014

Cambios.

Los clicks que llegan a mis oídos no son los clicks de mis teclas. Las paredes que me rodean tampoco son mis paredes. Ni siquiera los dedos que pulsan las teclas parecen míos. No sé si lo son en realidad. Deberían porque al fin y al cabo son mis dedos. Pero nada más es mío.
He perdido. He cambiado.
Ya no vivo donde vivía, ni comparto la vida con quien la compartía. Decidí no conformarme supongo. Elegí y nunca sabré si lo hice bien. No quiero saberlo.

Ahora noto un rastro de cadáveres tras de mi, justo a la sombra de mis talones, y los hijos de puta de los cuerpos me arañan los gemelos y me enganchan los tacones. Me hacen mirar abajo. Me hacen que vea qué es lo que he hecho. Y mi conciencia no me deja avanzar bien.
Por primera vez en mi vida no tengo un plan. Ningún plan.

Nada.

Sólo acurrucarme en ese rinconcillo en el que soy feliz.

viernes, 3 de enero de 2014

Pensamientos prohibidos.

Hoy he pasado el día entre papeles; entre páginas y letras. He leído bastante, sin orden ni concierto, pero he leído. Y aún así mi cabeza no se callaba. Palabras y más palabras rondaban por ella, de esas palabras que no se pueden escribir en un papel. Esos pensamientos que pesan si no se pronuncian, pero que al ver la luz te aplastan. Pensamientos prohibidos. Palabras ilegales en mi cabeza. Palabras que ni siquiera pueden ver mi hoja en blanco.

He tenido algunos momentos de conexión con mi conciencia, esa que creía que no existía, y que si lo hacía, vivía tomando cócteles de colores, entre otras áreas que tampoco uso, como el hueco donde habita la lástima, y la ajada litera de la positividad. Yo tengo muy claro que eso del vaso medio lleno no es lo mío, ni tampoco lo es sentir compasión. De igual modo pensaba que mi conciencia no me acusaba por mis actos, y que la muy puta vivía medio ebria en su largo periodo vacacional. Pues ella hoy tiene resaca. Me he sentido mal, he sentido remordimientos por querer hacer algo erróneo, algo que aún no he hecho. Me he sentido más humana que en mucho tiempo, como si hubiera recuperado un trocito de alma. De sucia y asquerosa alma.
Algo dentro de mí ha despertado, y maldita la gracia. Os juro que ya tengo bastante con las cosas que están despertando en mí como para tener que cargar con ella. No me ha gustado notarla, y lo que menos me ha gustado, definitivamente, es no saber exactamente a qué se debe ese remordimiento del carajo. Cada emoción debería venir con su librito instruccional, a modo de "Ser humano para Dummies". Bien explicadito todo, paso a paso. Con un esquema, quizá. Y a color.

Me analizo tanto, y tantas veces al día, que no puedo evitar atormentarme cuando una emoción surge del algún sitio y se instaura en mi cerebrito. No poder desandar sus pasos me desquicia. Podría estirar el brazo, y meterlo en mi tierra cerebral: escarbar entre raíces, cieno, malas hierbas, barro, hojarasca, gusanos y charcos de lágrimas. Pero no quiero. No quiero porque todo ese paraje medio congelado está formado por pensamientos prohibidos y palabras ilegales en mi cabeza, palabras que ni siquiera pueden ver mi hoja en blanco.

Todo está ahora del revés, nada está funcionando como debiera. En el reloj de mis días han desaparecido las agujas y no sé dónde estoy, qué hora es ni cuando han desaparecido, solo sé que las noto clavadas en mi pecho. Dos agujas clavadas, y me arranque la que me arranque, voy a sangrar, y algo morirá conmigo.

Supongo, que cuando muera, solo esperaré que alguien me dé su más sentido bésame, y me saque de la tumba... otra vez.

Alba Rosillo Llamas