viernes, 7 de octubre de 2011

TIEMPO INVERTIDO O DESPERDICIADO.

Cuando comencé el curso lo hice entorno a la firme creencia de ser una buena estudiante. Ese era el plan. La cosa se empezó a torcer hace unos días, cuando, en plena clase -omitiré cuál por las posibles represalias- la cabeza me empezó a volar.
Volaba como en mis clases de historia de bachiller, donde la verdad sobre la monarquía en España se entrelazaba con coreografías y el argumento de la novela que me llevaba entre manos. Es que la cabeza a veces toma el poder, y aunque intentes concentrarte en lo que esta diciendo la profesora, un resquicio de racionalidad te susurra que todo lo que está diciendo está en el libro. Es teoría pura, que no va mucho más allá de la editorial Paraninfo y sus márgenes. En una milésima de segundo analizas que el contenido es sencillo de aprender, que la profesora sólo sustituye en su verborrea algunas palabras del libro, y que en otra asignatura que viene justo después estás dando algo parecido. Tras ese momento de meditación tu cabecita se entrega a una orgía de ideas que se suceden sin descanso, con el único objetivo de hacer que el reloj acelere hasta el timbre que anuncia la siguiente clase.

En mi defensa diré que estos desvaríos, se limitan a las asignaturas teóricas cuyo contenido en la segunda semana de curso, es -cuando menos- banal. En otras clases, donde mis conocimientos son más que limitados, nulos, activo el modo Bob, y me convierto en una esponjita feliz ansiosa de entender lo que me están diciendo.
Me gustaría poder entrar ya en materia, y que no hubiera vacíos mentales en las clases. Ese hecho me hace plantearme universos de posibilidades: Si todo lo que tengo que aprender de teoría está en este libro, y además bien explicado... ¿no podría invertir estas doscientas horas de clase en rumiar el siguiente paso de Teilnok?
Si, si que podría. Pero... ¿debería? Por supuesto que no.

Ahora sólo queda saber que parte de la balanza se inclinará.
Os mantendré informados.

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